sábado, 5 de junio de 2010

Dejando los pañales


El niño no ha cumplido aún los 2 años, pero los padres esperan librarse pronto del inconveniente de los pañales. Con un poco de paciencia y de sentido común, ayudarán al niño a salvar esta etapa.

Cada vez que cambia al niño, los pañales están sucios y le gustaría saber cuándo empezará a mantenerse limpio. El aprendizaje puede iniciarse entre los 18 y los 24 meses. Antes de esa edad, aunque el niño pueda experimentar sensaciones confusas relacionadas con la vejiga o los intestinos, ignora que puede dominar sus necesidades y controlar la evacuación de las heces y la micción.
Las condiciones del aprendizaje: el niño no se mantendrá limpio de forma duradera hasta que consiga una madurez fisiológica y afectiva suficiente. Debe ser capaz de sentir la necesidad de vaciar los intestinos o la vejiga, de contenerse hasta que esté en situación de poder satisfacer esa necesidad, de quedarse sentado en el orinal sin cansarse ni perder la paciencia durante mucho rato (de cinco a diez minutos) y de adquirir conciencia de lo que hace cuando llena el orinal.

Los mecanismos: hasta alrededor de los 18 meses, el niño realiza sus necesidades de forma automática, sometido a la acción refleja involuntaria de los músculos denominados lisos. Poco a poco será capaz de ejercer control sobre los músculos llamados estriados y de impedir la emisión de la orina o los excrementos.
Los esfínteres (tanto el de la vejiga como el del ano) están formados por músculos lisos, que se relajan automáticamente cuando la presión interna de la vejiga supera cierto límite y, por músculos estriados, que responden a las instrucciones del cerebro.

El niño, además de la madurez anatómica, orgánica y neurológica, debe cooperar en esta etapa tan importante. De esta manera intervienen la educación, y las relaciones con sus padres, especialmente con la madre. La adquisición del control de esfínteres debe lograrse de forma natural, en el marco del desarrollo progresivo de cada niño y sin conventirse en una situación de tensión para todos.

Muchas veces el niño intenta imitar a los mayores. Jugar es una forma de comprender lo que éstos quieren.

La función de los padres: consiste en animar al niño a que se siente en el orinal y a felicitarlo por sus progresos. Debe conseguirse que tome la iniciativa de la experiencia. que pida el orinal o que vaya a buscarlo y que llame para indicar que ha terminado. Conviene valorar sus esfuerzos, mostrarse admirados ante sus progresos, pero mantenerse discretos para que no se sienta acosado. No duden en aplaudir un orinal lleno, pero eviten implicarse demasiado emocionalmente.

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